A veces, a lo largo de nuestra vida, nos apegamos a la identificación que fuimos creando de nosotros mismos; gordo, flaco, pobre, rico, trabajador, universitario…
No es lo que realmente somos, es solo una interpretación, “teatral” de la mente.
¡Da lo mismo cualquier personaje! Al fin cada ego es solo eso…
La mente nos impulsa a luchar, a defender el papel que interpretamos o a envidiar la fortuna de otros…Pero cada uno de ellos tiene sus placeres y sus desdichas. Podríamos pasar la vida entera, y mucho más, persiguiendo ilusiones, para concluir, finalmente, que en la separación, en el individualismo, no hay dicha permanente. Pensamos que la orilla del frente es la mejor…hasta que la conocemos.
Pero… ¡a no preocuparse! Mientras estemos en el rodaje, seamos libres y no esclavos de un rol determinado. Jugar, cambiar, experimentar, libres de expectativas… ¡Es posible!
Si podemos acostumbrarnos a ser testigos de todas estas interpretaciones del ego, si estamos presentes y concientes, vamos descubriendo cómo la mente nos envuelve en un diálogo permanente. Escuchar ese diálogo como quien lo ve desde afuera, es ser observador y testigo. Y la película va perdiendo dramatismo...
Somos una esencia y miles de personajes.
No darle importancia verdadera al afuera y actuar desde la esencia de amor universal que nos une a todos, entre humanos y hacia toda la creación, es el camino hacia la plenitud. La diferencia no está en el personaje, sino en el amor y la entrega a la vida desde nuestro ser más íntimo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tus comentarios enriquecen mi blog y son bienvenidos...