Una leve tristeza ronda el aire...
Tristeza por un pimpollo que empezaba a abrirse y cae al suelo sin haber mostrado a la existencia su fragancia, su belleza.
Una flor que quería expresarse plenamente, entregándose a la vida sin saber cuanto duraría su esplendor, satisfecha y gozosa de ser total, aunque fuera solo un instante…
Quizás un sol tan intenso aceleró su caída. Tal vez, el tallo no se sentía con fuerzas para sostenerla. Dudó entre entregar de sí la energía necesaria para brindarse completamente a la flor, porque esto podría poner en riesgo su propia existencia. Se desprendió de ella finalmente, imaginando que nuevas flores volverían a crecer algún día de su propia savia. Pero eso no es seguro. ¿Será árbol o hierba? ¿Habrá otra primavera o esta era su única posibilidad de florecer?
El momento ha pasado y aquella que no pudo ser, nunca será…
Su tiempo fugaz la rindió a la tierra, antes de tiempo…
Su fragancia no se esparció en el aire…
Su belleza no se mostró al caminante solitario…
El tallo no tuvo el amor suficiente para alimentarla…
No pudo ser…
Quiso comprender antes que sucedería, sin notar que la respuesta estaba en la entrega sin medidas… Esa flor traería consigo, una vez madura, la semilla necesaria para renacer.
Me encanta tu historia.¿Por qué no nos atrevemos a veces a vivir lo que nos presenta la vida? Gracias!
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