Tanto tiempo las preguntas fueron mías,
multiplicadas sin encontrar respuesta.
Simplemente algo dentro rechazaba
conformarse con vivir en la rutina.
No hubo ojos que alentaran con un guiño
a vivir enamorado de los sueños.
Los mandatos poco a poco se encargaron
de enjaular al corazón libre y alado…
Y una vez, después de tanto sufrimiento,
descubrí que el encierro no existía…
¡Al corazón lo cercaban pensamientos!
Así encontré que sobraban las preguntas
y ya no necesitaba las respuestas,
tan solo Ser, en amor y en conciencia.
Carlos Iacono
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