Reiré con una fresca carcajada,
con el corazón,
y una mirada cristalina…
Jugaré sin miedo a ensuciar mi ropa,
sin notar las miradas que me envidían.
Estaré atento al vuelo de la mariposa,
a la lluvia repentina…
Descubriré grandes tesoros cada día…
Amaré por puro amor,
sin condición ni garantías.
Comprenderé que la vida es juego,
encanto y alegría.
Veré un presente eterno
y naceré niño,
día a día.
Carlos Iacono
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